Ya sé que no tengo vergüenza. Hubo un tiempo en el que la tuve, como una segunda piel que protege a la primera, a la que conservó joven y fresca mientras a ella, la vida la fue resecando. Como un reptil cuando muda la piel, se resquebrajó y rompió hasta que de dentro salí.
Y ahora me paseo con mi piel joven y fresca, sinvergüenza.
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