La jefa de artillería, después de fracasar en la misión BSCH, quiso enmendar su error y cuando desembarcó en la isla "Le cafe Montmartre" halló un gran botín de grog. Como acto de buena voluntad y para volver a ganarse la confianza del capitán, quiso repartir tal botín con el resto de la tripulación. El capitán aceptó el gesto con agrado pero le advirtió que no abriera fuego contra otros navíos tan rápidamente cuando el suyo propio podía hundirse en cualquier momento. -"Suerte que tenemos un hábil timonel", añadió después.
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