Así es como acabó mi batalla personal contra el Refugio de Poqueira. Me costó tres intentos conseguir llegar hasta él. La primera vez fue en invierno, por culpa de la gran cantidad de nieve, que me hizo imposible progresar sin raquetas, la segunda hace algo más de un mes, porque me perdí de la forma más estúpida conocida y me pasé toda la jornada intentando enderezar la pifia y, finalmente, la tercera, en la que todo salió bien y conseguimos llegar según lo previsto. Una vez en el refugio aprovechamos para hacer noche y subir al Mulhacén a la mañana siguiente para luego bajar por siete lagunas hasta Trevélez. Fueron dos días estupendos en los que el esfuerzo mereció mil veces la pena. Creo que hasta ahora no te había dado las gracias por acompañarme en esta aventura. Estoy acostumbrado a no poder compartir las sensaciones que da la montaña con nadie y el que estuvieses a mi lado me hizo muy feliz. Gracias también por la magnífica foto que tomaste y que adorna la cabecera de este blog.
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