Lo primero que he hecho al llegar a Bruselas ha sido, evidentemente, comprarme un gofre, lo segundo, también evidentemente, comprarme un paraguas.
Vaya tiempo de mil demonios que hace aquí. No hace realmente frío, pero la lluvia y el viento son insoportables. En fin, no se de qué me quejo si ya sabía donde me metía. El tiempo condiciona mucho las cosas aquí, pero estan muy bien adaptados. Tan bien adaptados que los Bruselenses (para mi gran sorpresa) no llevan nunca paraguas.
De todas formas, como son los primeros días, no ando muy preocupado por el clima, ya que estoy ocupado resolviendo los grandes enigmas de la humanidad nómada urbana, es decir, cómo funciona el trasporte público, dónde hay que comprar según qué cosas, qué hay y qué no en el barrio, en qué idioma hablarle a la gente (muy importante aquí), dónde está la lavadora, dondé se cogen las bolsas del supermercado, por qué no me funciona la conexión a internet,...
Vaya tiempo de mil demonios que hace aquí. No hace realmente frío, pero la lluvia y el viento son insoportables. En fin, no se de qué me quejo si ya sabía donde me metía. El tiempo condiciona mucho las cosas aquí, pero estan muy bien adaptados. Tan bien adaptados que los Bruselenses (para mi gran sorpresa) no llevan nunca paraguas.
De todas formas, como son los primeros días, no ando muy preocupado por el clima, ya que estoy ocupado resolviendo los grandes enigmas de la humanidad nómada urbana, es decir, cómo funciona el trasporte público, dónde hay que comprar según qué cosas, qué hay y qué no en el barrio, en qué idioma hablarle a la gente (muy importante aquí), dónde está la lavadora, dondé se cogen las bolsas del supermercado, por qué no me funciona la conexión a internet,...
No hay comentarios:
Publicar un comentario