Acabo de llegar de uno de esos cursos de formación que dan las empresas super-guays en los que, al empezar, todos nos tenemos que presentar en plan: -me llamo fulano, soy de Villanueva del Trabuco, trabajo en el departamento tal y me gusta explotarme granos delante del espejo y mi comida favorita es el lacón con grelos, bla, bla,... de esos cursos en los que no se sigue un orden para hablar de iquierda a derecha o de delante a atrás sino que la gente se va tirando un peluche para darse la palabra, de esos donde te sientan por equipos e intentan estimular la participación, hay que usar pizarras blancas y libretas enormes montadas en atriles para "plasmar tus ideas", donde los fitipaldis que imparten el curso se comportan como si te conociesen de toda la vida y todo les parece bien y son super-empáticos, donde te cuentan como las ventas, la producción y la satisfacción de los clientes suben sin parar año a año y la contaminación, el gasto de papel y los ensayos con animales bajan cada vez más.
He salido con bastantes ganas de gritar y de vomitar, pero por suerte, no he hecho las dos cosas a la vez. Mañana, me espera más de lo mismo. El viernes, como premio, nos van a llevar de excursión a ver una fábrica de coches. En fin, creo que prefiero los cursos impartidos al estilo tradicional "Yo hablo y vosotros escuchais" y que luego me lleven a ver la fábrica de chocolate o de cerveza.
He salido con bastantes ganas de gritar y de vomitar, pero por suerte, no he hecho las dos cosas a la vez. Mañana, me espera más de lo mismo. El viernes, como premio, nos van a llevar de excursión a ver una fábrica de coches. En fin, creo que prefiero los cursos impartidos al estilo tradicional "Yo hablo y vosotros escuchais" y que luego me lleven a ver la fábrica de chocolate o de cerveza.
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