9 jun 2009

Bombay - Dic'08 - 08.Invitados de lujo

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Viernes 19 de Diciembre de 2008
Invitados de lujo

Cuando llegamos al aeropuerto Andrés se dirige al interior y nosotros le esperamos fuera. Debido al atentado, hay mucha policía y a Andrés le piden que muestre un billete de avión para poder entrar al interior del aeropuerto. Evidentemente no lleva billete porque no va a volar a ningún sitio. Además, en el caso de que fuese a volar tampoco lo llevaría. Lo único que tendría, en el mejor de los casos, es un papel con la reserva. Eso es lo que le muestra el resto de la gente al policía de la puerta. Vaya seguridad. Dejar pasar a la gente con un papel que puede escribir cualquiera. Además, no les está dando acceso a la terminal ni nada de eso, sólo al edificio del aeropuerto.

Al final Andrés logra explicarle al policía (armado con un fusil, parapetado entre sacos de madera) que ha venido a por una maleta y éste le deja pasar. Nosotros pasamos el rato comiendo algo en los puestos ambulantes. Intentamos escoger con cuidado, no vaya a ser que nos siente mal. Pero se hace tarde y Andrés no sale. La ceremonia comenzará a las seis y ya son casi las cuatro. Así que nos volvemos para casa a ducharnos y cambiarnos.

La ceremonia (que aún no sé cómo llamar) tiene lugar en un sitio acondicionado para celebraciones y otros eventos. El edificio tiene varias plantas y en cada una parece haber una gran sala. Subimos hasta la segunda donde un cartel en la puerta indica los nombres de Sampath y Rashmi. Al entrar veo un montón de sillas, dispuestas en fila mirando hacia adelante donde hay algo como un escenario. Una disposición parecida a la de una misa o de una boda por lo civil. Suena música india y diviso a Sampath al fondo, charlando con un invitado. Algunas viejas están sentadas, pero los niños juegan y corren por la sala y el resto de la gente está de pie, hablando en grupos. Por todo ello, me da la impresión de que el evento aún no ha comenzado. Siempre recordaré el momento en el que entramos Andy, Kazuna, Başak, Marta, Nobori, Rakel y yo, los amigos "extranjeros" de Sampath, en aquella sala. Como fichas de dominó cayendo una detrás de otra, todos los invitados en la sala van girando sus cabezas hacia nosotros. Pues sí, entre tanto indio de piel morena y coloridos trajes, llamamos un poco la atención así todos juntos entrando por la puerta; más bien damos el cante. Enseguida Sampath se acerca a vernos. Lleva puesta una túnica, no muy lujosa pero elegante. Va descalzo. Nos saluda efusivamente uno a uno. Le explicamos que Andrés aún anda en el aeropuerto intentando recoger la dichosa maleta.


La pareja feliz
Nos lleva hasta donde está Rashmi. Yo aún no la conozco y me da mucha alegría verla allí por fin. Estoy seguro de que Sampath le ha hablando mucho de nosotros durante todo este tiempo; de la misma forma que él nos ha hablado a nosotros de ella. De cuando la conoció, de su primera impresión, de la "pedida de mano", de las consultas al sacerdote, de sus conversaciones diarias por teléfono a miles de kilómetros de distancia... Sampath también nos presenta a sus padres, que parecen muy contentos de vernos allí. Su madre habla inglés perfectamente pero su padre, aunque comprende, se muestra más reacio a hablar, quizás por vergüenza. Al contrario de lo que se piensa, no todos los indios hablan inglés. Sólo las clases medias o gente con estudios lo habla de forma fluida. Sí que es verdad que la clase alta o la gente más rica incluso lo utiliza en casa.

Parece que la cosa comienza. Los invitados, incluyendo las viejas sentadas en primera fila se han apartado y nos indican que nos sentemos nosotros en su lugar. Nosotros no queremos ocupar las filas de delante que, imagino, están de forma no oficial reservadas para los familiares más cercanos, pero ellos insisten diciendo que no todos los días tenemos la oportunidad de asistir a algo así. De forma que, algo avergonzados, acabamos sentados en primera fila mientras que hermanos, tías, primos y abuelos de los novios se sientan detrás nuestro.

Los novios se colocan en sendos sillones que hay dispuestos de cara al público, separados, a izquierda y derecha de la sala. En el centro hay una pequeña mesa con flores, arroz, cocos y otras frutas en la que arde un montón de incienso. La música suena por los altavoces; no es música tradicional, pero tampoco suena muy "bollywood". De repente, se forma una cola frente a cada uno de ellos. Los familiares de ella en una y los de él en la otra. Uno de los tíos de Sampath, ingeniero retirado, se acerca a nosotros para explicarnos en qué consiste el ritual: cada invitado coge un poco de henna de un pequeño plato y, ayudado por un palillo, aplica un poco en unas hojas que sostienen los novios sobre las palmas de sus manos a la vez que le desea lo mejor en su nueva vida en pareja. También nos cuenta que antiguamente, el ritual tenía lugar en las casas respectivas de cada familia; de forma separada. Y que se aplicaba la henna directamente en las palmas de las manos dibujando o escribiendo un deseo de felicidad para su futuro matrimonio. Pero que ahora, en los tiempos modernos, se hace en común con todos los invitados y sobre las hojas. En este punto tengo que aclarar que una de las diferencias fundamentales entre esta ceremonia y una ceremonia occidental tipo boda, bautizo, ya sea religiosa o civil, es la falta de pomposidad y formalismos. Da la sensación de que la ceremonia transcurre de un modo muy informal, la música suena, la gente habla, los corros de gente no han desaparecido, el que quiere se sienta, el que quiere no, los niños siguen correteando incluso por alrededor de los novios...Me encanta que el plato donde está la henna no sea una bandeja dorada llena de adornos sino que parezca una tapa de un bote de aceitunas y que se aplique no con una espátula con perlas engastadas sino con un palillo de dientes. Una vez los familiares más allegados han hecho la cola, está vez sí, pasamos nosotros detrás de ellos. Me inclino delante de Sampath y le pongo un poco de ungüento en cada mano (en realidad no se cuánto hay que echar). Él me mira con cara muy formal, solemne, para hacerme reír el muy cabrón. Pero yo aguanto bastante bien; aunque sí que se me escapa una sonrisa. Quien me lo iba a decir a mí... cuando lo conocí hace ya dos años, sentado a mi lado en la oficina, mirándome con su mejor cara sonriente porque por fin iba a tener un compañero de trabajo; y además español, "con lo que ligan los españoles" me decía... Y ahora me lo veo aquí sentado mientras yo le unto las manos con esta pasta verde que huele a humedad. "Te deseo todo lo mejor en la nueva aventura que ahora estás a punto de comenzar".


Poniendo henna en las manos de Rashmi

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