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Miércoles 17 de Diciembre de 2008
Noche tandoori
Ya ha oscurecido cuando nos levantamos. Después de una ducha nos vamos con Sampath. Rakel quiere probar la comida india así que él decide que vayamos a un restaurante que se llama "Barbeque World" o algo así. Está llenísimo. Hay que esperar demasiado y nos ponemos a buscar otro por la misma zona. Ahora, de noche, las calles tienen peor aspecto que de día. No hay casi iluminación, hay montones de basura por todos lados y los perros rebuscan en ella. Damos varias vueltas con el coche intentando encontrar el restaurante: paramos en mil sitios para preguntar a la gente de la calle, que hacen las veces de GPS. Tras obtener las indicaciónes siempre sigue una pequeña conversación, así que nos lleva horas encontrarlo. Se hace difícil pensar que en medio de tanta oscuridad, casas en ruinas y basura, pueda aparecer un restaurante casi lujoso.
Ensalada, salsas y chapatiNos toca esperar un poco antes de que nos den una mesa para tres. El sitio está lleno, hay una luz tenue, de color anaranjado, creo distinguir música de fondo pero casi no se oye ya que la gente charla animadamente. Miro alrededor y creo que Rakel y yo somos los únicos occidentales. La espera merece la pena; pedimos unos entrantes de carne y pescado a la parrila y una ensalada de tomate y cebolla. También traen algunas salsas, todas picantes, por supuesto. Sampath también pide una sopa de lentejas, parecidas a las españolas pero sin carne ni patatas. Se come con las manos, usando pan chapati de diferentes tipos. Para beber, cerveza Kingfisher. La cena transcurre tranquilamente mientras charlamos de los preparativos de la boda y de la cultura india en general. La verdad es que no queremos atosigarle a preguntas acerca de la boda pero tenemos mucha curiosidad. Cada vez que el plato se vacía, el camarero aparece de no sé donde para llenarlo con más comida. Parece que es práctica habitual en los restaurantes de la India.
Desde nuestra mesa se ve la cocina. No está oculta, tan solo separada del comedor por unos grandes cristales, de forma que puedes ver todo el interior. Rakel se acerca a tomar unas fotos. Sobre la encimera se abre un agujero de algo menos de medio metro de diámetro. Es una cavidad profunda con forma de orza llamada tandoor. Se ven las brasas encendidas en el fondo. El cocinero toma trozos de masa, les da forma de torta y los pega a las paredes de la cavidad para que se cueza. Tras unos minutos saca las tortas usando una vara metálica.
Cociendo pan en el tandoorLlevamos un buen rato comiendo y yo ya no puedo más pero Sampath insiste en que probemos un arroz con pollo que ha pedido. Delicioso. No se si será por el hambre que tenemos pero me parece la mejor comida que he probado nunca. Me da pena no poder seguir comiendo. Pero pienso en que hoy es sólo el primer día, así que ya tendré más oportunidades de comer más de lo mismo. Sampath insiste en pagar así que al final desisto; ya echaremos cuentas más adelante... Al salir nos ofrecen unas bolitas de azúcar y unos granos de anís para refrescar la boca tras una comida tan especiada (luego me daré cuenta de que también es una práctica habitual en los restaurantes de Bombay).
De nuevo en la calle vuelvo a ser consciente de dónde estoy. Las calles están muy oscuras aunque hay gente por todos lados. La temperatura es suave como en una noche a finales de Agosto en España. Los más pobres (que aquí me parecen muchísimos) duermen por los rincones, al raso. Sobre los mostradores de los puestos ambulantes, dentro de los tuc-tucs, en una casa en obras... Es medianoche y el tráfico da un respiro a la ciudad. Las dos grandes vías, la Eastern y la Western Motorway están desiertas y llegamos en seguida a Powai. En el apartamento nos despedimos de Sampath hasta mañana. No antes de las diez hemos dicho. Dice que iremos a elegir vestido y traje para asistir a la boda.
Sólo llevamos unas horas en Bombay y Rakel y yo estamos flipando. Pero estamos muy cansados y no hablamos del tema. Yo no esperaba que la ciudad iba a ser así, tan sucia, tan contaminada, con gente pobre por todos lados, con las casas en ruinas cuando no son chabolas y con ese tráfico. En pocas palabras... tan tercermundista. Y mientras pienso en todo eso me siento mal conmigo. Me avergüenzo de pensar todo eso. Soy un niñato occidental que ha venido a meter las narices en casa de la gente pobre y resulta que no le gusta verlo, que me incomoda tenerlo delante. Intento arreglarlo conmigo mismo pero es peor: "bueno, me imaginaba que habría barrios pobres y chabolas pero no que estarían por todos lados o que todo iba a ser así". Exactamente, que estarían, pero lejos de mi vista, para que no estropeasen mis vacaciones de europeo en una boda india.
Entre divagaciones me quedo dormido en esa cama dura, sobre ese cobertor que no han lavado en años y del que tanto me quejo.
Noche tandoori
Ya ha oscurecido cuando nos levantamos. Después de una ducha nos vamos con Sampath. Rakel quiere probar la comida india así que él decide que vayamos a un restaurante que se llama "Barbeque World" o algo así. Está llenísimo. Hay que esperar demasiado y nos ponemos a buscar otro por la misma zona. Ahora, de noche, las calles tienen peor aspecto que de día. No hay casi iluminación, hay montones de basura por todos lados y los perros rebuscan en ella. Damos varias vueltas con el coche intentando encontrar el restaurante: paramos en mil sitios para preguntar a la gente de la calle, que hacen las veces de GPS. Tras obtener las indicaciónes siempre sigue una pequeña conversación, así que nos lleva horas encontrarlo. Se hace difícil pensar que en medio de tanta oscuridad, casas en ruinas y basura, pueda aparecer un restaurante casi lujoso.
Ensalada, salsas y chapatiNos toca esperar un poco antes de que nos den una mesa para tres. El sitio está lleno, hay una luz tenue, de color anaranjado, creo distinguir música de fondo pero casi no se oye ya que la gente charla animadamente. Miro alrededor y creo que Rakel y yo somos los únicos occidentales. La espera merece la pena; pedimos unos entrantes de carne y pescado a la parrila y una ensalada de tomate y cebolla. También traen algunas salsas, todas picantes, por supuesto. Sampath también pide una sopa de lentejas, parecidas a las españolas pero sin carne ni patatas. Se come con las manos, usando pan chapati de diferentes tipos. Para beber, cerveza Kingfisher. La cena transcurre tranquilamente mientras charlamos de los preparativos de la boda y de la cultura india en general. La verdad es que no queremos atosigarle a preguntas acerca de la boda pero tenemos mucha curiosidad. Cada vez que el plato se vacía, el camarero aparece de no sé donde para llenarlo con más comida. Parece que es práctica habitual en los restaurantes de la India.
Desde nuestra mesa se ve la cocina. No está oculta, tan solo separada del comedor por unos grandes cristales, de forma que puedes ver todo el interior. Rakel se acerca a tomar unas fotos. Sobre la encimera se abre un agujero de algo menos de medio metro de diámetro. Es una cavidad profunda con forma de orza llamada tandoor. Se ven las brasas encendidas en el fondo. El cocinero toma trozos de masa, les da forma de torta y los pega a las paredes de la cavidad para que se cueza. Tras unos minutos saca las tortas usando una vara metálica.
Cociendo pan en el tandoorLlevamos un buen rato comiendo y yo ya no puedo más pero Sampath insiste en que probemos un arroz con pollo que ha pedido. Delicioso. No se si será por el hambre que tenemos pero me parece la mejor comida que he probado nunca. Me da pena no poder seguir comiendo. Pero pienso en que hoy es sólo el primer día, así que ya tendré más oportunidades de comer más de lo mismo. Sampath insiste en pagar así que al final desisto; ya echaremos cuentas más adelante... Al salir nos ofrecen unas bolitas de azúcar y unos granos de anís para refrescar la boca tras una comida tan especiada (luego me daré cuenta de que también es una práctica habitual en los restaurantes de Bombay).
De nuevo en la calle vuelvo a ser consciente de dónde estoy. Las calles están muy oscuras aunque hay gente por todos lados. La temperatura es suave como en una noche a finales de Agosto en España. Los más pobres (que aquí me parecen muchísimos) duermen por los rincones, al raso. Sobre los mostradores de los puestos ambulantes, dentro de los tuc-tucs, en una casa en obras... Es medianoche y el tráfico da un respiro a la ciudad. Las dos grandes vías, la Eastern y la Western Motorway están desiertas y llegamos en seguida a Powai. En el apartamento nos despedimos de Sampath hasta mañana. No antes de las diez hemos dicho. Dice que iremos a elegir vestido y traje para asistir a la boda.
Sólo llevamos unas horas en Bombay y Rakel y yo estamos flipando. Pero estamos muy cansados y no hablamos del tema. Yo no esperaba que la ciudad iba a ser así, tan sucia, tan contaminada, con gente pobre por todos lados, con las casas en ruinas cuando no son chabolas y con ese tráfico. En pocas palabras... tan tercermundista. Y mientras pienso en todo eso me siento mal conmigo. Me avergüenzo de pensar todo eso. Soy un niñato occidental que ha venido a meter las narices en casa de la gente pobre y resulta que no le gusta verlo, que me incomoda tenerlo delante. Intento arreglarlo conmigo mismo pero es peor: "bueno, me imaginaba que habría barrios pobres y chabolas pero no que estarían por todos lados o que todo iba a ser así". Exactamente, que estarían, pero lejos de mi vista, para que no estropeasen mis vacaciones de europeo en una boda india.
Entre divagaciones me quedo dormido en esa cama dura, sobre ese cobertor que no han lavado en años y del que tanto me quejo.
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2 comentarios:
Recuerdo que me pasó algo parecido (aunque a mucho menor nivel) cuando paramos en un pueblucho de la República Checa a repostar. Me acuerdo de cómo nos miraba un grupo de jóvenes (16-20 años), pensando en la diferencia de nacer en un lugar o en otro. O tal vez eso lo pensaba sólo yo.
Bueno, el caso es que este post me ha recordado algún artículo de Hernán Zin en el que habla de la India y más concretamente sobre Calcuta. Te recomiendo leer:
http://blogs.20minutos.es/enguerra/post/2007/08/15/dios-cagai-calcuta
http://blogs.20minutos.es/enguerra/post/2007/07/27/desembarco-calcuta
http://blogs.20minutos.es/enguerra/post/2008/09/24/el-perro-giacometti
Y te subrayo algunos pasajes:
"Llevo 15 años recorriendo la India sin encontrar atisbo alguno de su tan cacareada espiritualidad. Al contrario, me parece uno de los lugares más despiadados del planeta."
"Poco ha cambiado en esta parte del mundo" [desde hace 15 años]
Citando a Gunter Grass: "El mundo comenzará a cambiar cuando la sede de Naciones Unidas en lugar de estar en Nueva York se encuentre en Calcuta."
La verdad es que me encantaría verlo, pero creo que el sentirse mal es inevitable. Sabemos lo que pasa en el mundo, pero estar allí y verlo duele, como cuando te dicen una verdad a la cara.
Por otro lado, imagino (que no sé) que en la India, como en el caribe, también habrán estupendos complejos hoteleros metidos dentro de una burbuja de comfort y espiritualidad, lejos de la miseria del mundo real.
Supongo que habrá complejos de esos:
"Los colores de la India", "India espiritual"
pero yo verlos no los he visto.
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