Miércoles 17 de Diciembre de 2008
Llegada a Bombay
Son las seis de la mañana en Barhein. Acabamos de aterrizar en el vuelo que viene de Londres; en dos horas sale el que nos llevará a Bombay. Sampath nos ha invitado a su boda y vamos unos pocos días antes para poder ver un poco la ciudad y comprarnos el traje para la ceremonia.
El vuelo a Bombay dura unas tres horas. Cuando sobrevolamos la ciudad miro por la ventana intentando reconocer lo que había visto en Google Maps pero es tanta la polución que no consigo ver nada. Sólo cuando el avión se acerca para aterrizar consigo identificar el mar, al Oeste, y lo que parecen un montón de casas bajas, todas apelotonadas, una junto a otra en un área enorme, junto a la pista de aterrizaje. El aeropuerto de Bombay es grande pero se nota en seguida que no tiene ni las infraestructuras ni los servicios de los europeos. La bofetada de calor al salir del avión es tremenda. 35ºC para el mes de diciembre, que es el mes más frío, no está mal. En el control de pasaportes examinan nuestro visado y nos piden la dirección donde nos vamos a alojar: -"Mhada Customs colony, Powai", le muestro al funcionario un papel donde la llevo escrita. Recela. Consulta con el compañero de al lado que atiende a Rakel y al que ella le ha mostrado la misma dirección. No se fía porque no es la dirección de ningún hotel ni está en una zona turística. Le explico que venimos a la boda de un amigo y que esa es la dirección de su casa, que es donde nos quedaremos.
Las mochilas de ambos han llegado sin problemas. Hemos tenido suerte de que no se pierda ninguna. Antes de salir a la calle cambiamos algo de dinero ya que el Gobierno de la India no envía divisa al extranjero, así que no puedes obtener Rupias en otro sitio que no sea la India. Ignoro el motivo de tal prohibición. Por doscientas cincuenta Libras Esterlinas nos dan unas diecisiete mil quinientas Rupias. Lo que equivale a 70 Rupias por Libra, o unas 65 Rupias por Euro. Cuando salimos Sampath nos está esperando fuera; ha traído el coche de su padre, un utilitario pequeño ideal para moverse por Bombay como puedo comprobar enseguida. El tráfico es caótico y la ciudad vive en un atasco permanente. Ya me lo habían descrito antes pero cobra realidad cuando lo veo con mis propios ojos: no se respeta ninguna norma de tráfico (si es que hay alguna), los coches no circulan por los carriles sino que se reparten por todo el ancho de la calzada y avanzan por donde quieren o pueden. Casi la mitad de los vehículos que se ven son rickshaw o tuc-tuc (una especie de triciclos motorizados que se usan a modo de taxi barato). El constante sonido de las bocinas por todos lados es desagradable y arrítmico; igual que el tráfico.
Powai lake desde la azoteaEn algo más de media hora llegamos Powai; el barrio al lado del lago donde viven los padres de Sampath. La verdad es que me quedo sorprendido de ver sonde viven. A mis ojos de occidental aquello es cutre y sucio: Las calzadas tienen el asfalto roto por todos lados, no hay aceras, la gente camina por donde puede y los edificios están negros de la contaminación. Las moles de apartamentos se levantan por todos los rincones sin ningún tipo de orden ni criterio entre casas bajas semi-derruidas. Es como si no hubiese planificación urbana alguna. El polvo lo envuelve todo. Da la sensación de que la zona está en construcción permanente, como si se estuviesen recuperando de una catástrofe.
Bloque de customs colonyLa madre de Sampath es funcionaria y a pesar de que tienen una vivienda en algún otro sitio, viven en el piso que el Estado les presta a algunos funcionarios cuando están desplazados a otra zona de la ciudad. Nosotros nos vamos a quedar en la misma urbanización, en un apartamento que tienen para huéspedes. El piso, en la planta once, es humilde. Sin agua caliente (no creo que nos haga falta) y la cama no tiene sábanas, tan solo un cobertor que creo que no se ha lavado nunca. Todas las ventanas están abiertas y aunque tienen mosquiteras, lo primero que hago es echarme el repelente anti-insectos. Se oyen los coches y los niños del barrio jugando abajo. Son ya casi las seis de la tarde y está oscureciendo. Estamos cansados así que Rakel y yo vamos a dormir un par de horas y luego saldremos a cenar por ahí con Sampath. Por suerte o por desgracia no nos van los lujos así que dormiremos aquí igual de bien que en un hotel de cinco estrellas. Tumbado en la cama miro el ventilador de techo girando. Parece que aquí el tiempo se detuvo el día que los ingleses se marcharon. Estoy impresionado.
Llegada a Bombay
Son las seis de la mañana en Barhein. Acabamos de aterrizar en el vuelo que viene de Londres; en dos horas sale el que nos llevará a Bombay. Sampath nos ha invitado a su boda y vamos unos pocos días antes para poder ver un poco la ciudad y comprarnos el traje para la ceremonia.
El vuelo a Bombay dura unas tres horas. Cuando sobrevolamos la ciudad miro por la ventana intentando reconocer lo que había visto en Google Maps pero es tanta la polución que no consigo ver nada. Sólo cuando el avión se acerca para aterrizar consigo identificar el mar, al Oeste, y lo que parecen un montón de casas bajas, todas apelotonadas, una junto a otra en un área enorme, junto a la pista de aterrizaje. El aeropuerto de Bombay es grande pero se nota en seguida que no tiene ni las infraestructuras ni los servicios de los europeos. La bofetada de calor al salir del avión es tremenda. 35ºC para el mes de diciembre, que es el mes más frío, no está mal. En el control de pasaportes examinan nuestro visado y nos piden la dirección donde nos vamos a alojar: -"Mhada Customs colony, Powai", le muestro al funcionario un papel donde la llevo escrita. Recela. Consulta con el compañero de al lado que atiende a Rakel y al que ella le ha mostrado la misma dirección. No se fía porque no es la dirección de ningún hotel ni está en una zona turística. Le explico que venimos a la boda de un amigo y que esa es la dirección de su casa, que es donde nos quedaremos.
Las mochilas de ambos han llegado sin problemas. Hemos tenido suerte de que no se pierda ninguna. Antes de salir a la calle cambiamos algo de dinero ya que el Gobierno de la India no envía divisa al extranjero, así que no puedes obtener Rupias en otro sitio que no sea la India. Ignoro el motivo de tal prohibición. Por doscientas cincuenta Libras Esterlinas nos dan unas diecisiete mil quinientas Rupias. Lo que equivale a 70 Rupias por Libra, o unas 65 Rupias por Euro. Cuando salimos Sampath nos está esperando fuera; ha traído el coche de su padre, un utilitario pequeño ideal para moverse por Bombay como puedo comprobar enseguida. El tráfico es caótico y la ciudad vive en un atasco permanente. Ya me lo habían descrito antes pero cobra realidad cuando lo veo con mis propios ojos: no se respeta ninguna norma de tráfico (si es que hay alguna), los coches no circulan por los carriles sino que se reparten por todo el ancho de la calzada y avanzan por donde quieren o pueden. Casi la mitad de los vehículos que se ven son rickshaw o tuc-tuc (una especie de triciclos motorizados que se usan a modo de taxi barato). El constante sonido de las bocinas por todos lados es desagradable y arrítmico; igual que el tráfico.
Powai lake desde la azoteaEn algo más de media hora llegamos Powai; el barrio al lado del lago donde viven los padres de Sampath. La verdad es que me quedo sorprendido de ver sonde viven. A mis ojos de occidental aquello es cutre y sucio: Las calzadas tienen el asfalto roto por todos lados, no hay aceras, la gente camina por donde puede y los edificios están negros de la contaminación. Las moles de apartamentos se levantan por todos los rincones sin ningún tipo de orden ni criterio entre casas bajas semi-derruidas. Es como si no hubiese planificación urbana alguna. El polvo lo envuelve todo. Da la sensación de que la zona está en construcción permanente, como si se estuviesen recuperando de una catástrofe.
Bloque de customs colonyLa madre de Sampath es funcionaria y a pesar de que tienen una vivienda en algún otro sitio, viven en el piso que el Estado les presta a algunos funcionarios cuando están desplazados a otra zona de la ciudad. Nosotros nos vamos a quedar en la misma urbanización, en un apartamento que tienen para huéspedes. El piso, en la planta once, es humilde. Sin agua caliente (no creo que nos haga falta) y la cama no tiene sábanas, tan solo un cobertor que creo que no se ha lavado nunca. Todas las ventanas están abiertas y aunque tienen mosquiteras, lo primero que hago es echarme el repelente anti-insectos. Se oyen los coches y los niños del barrio jugando abajo. Son ya casi las seis de la tarde y está oscureciendo. Estamos cansados así que Rakel y yo vamos a dormir un par de horas y luego saldremos a cenar por ahí con Sampath. Por suerte o por desgracia no nos van los lujos así que dormiremos aquí igual de bien que en un hotel de cinco estrellas. Tumbado en la cama miro el ventilador de techo girando. Parece que aquí el tiempo se detuvo el día que los ingleses se marcharon. Estoy impresionado.
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