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Jueves 18 de Diciembre de 2008
Indian prêt-à-porter
El pasillo va a parar a otro patio. Efectivamente, ahí hay una fábrica. Huele a aceite de maquinaria. En el patio, aparte del polvo que hay siempre en suspensión se le suma el humo y los gases que se desprenden cuando se corta acero. Los trabajadores de la fábrica se asoman por las ventanas al vernos llegar, como cuando en la escuela todos los alumnos desobedecen al profesor para asomarse a ver nevar. Ellos son los que están ahí dentro encerrados, agarrados a los barrotes, pero los monos de feria estamos fuera, somos Rakel y yo. Cerca de una de las ventanas, hago ademán de echarles una foto pero enseguida sale alguien gritando de no sé donde y aunque no le entiendo, parece ser el capataz advirtiéndome que ni se me ocurra hacer fotos. Seguramente me haya tomado por algún blanquito de alguna ONG que viene a denunciar las condiciones laborales de los trabajadores en los países pobres.
En el mismo edificio, subimos las escaleras que dan a la planta de arriba. Recorremos un pasillo que rodea la planta por el exterior. Tras varios giros, aparece un guarda custodiando una puerta. Amablemente nos indica que hay que descalzarse antes de entrar y nos da paso. La tienda no es una superficie grande con mostrador y escaparates, más bien es una vivienda reconvertida en una tienda con varias salas. En una habitación pequeña está la caja, en otra venden las camisas, en lo que correspondería al comedor tienen los trajes,... Enseguida aparece alguien para atendernos. Sampath le saluda. Por lo visto, es aquí donde él ha comprado su traje. Les cuenta que buscamos uno para mí y un vestido para Rakel. Así que nos conducen a una de las habitaciones, en la que tienen los trajes de boda, al parecer, los más lujosos. Me pruebo uno de ellos, una especie de túnica larga con mucha pedrería y resulta que me queda perfecta. Pero... ¿cuánto vale? Estamos hablando de 15000 Rupias. Tengo que sacar el móvil para calcular cuánto es eso. Pero enseguida me doy cuenta de que es demasiado caro:¡más de 200€! Entonces, me llevan a otra sala.
Probándome trajesYa han visto que no me pienso gastar un dineral así que me pasan a la habitación de los trajes de precio más asequible donde me enseñan varios, todos del mismo estilo, hechos con diferentes tejidos y colores, unos con más pedrería, otros con menos. Los van poniendo encima del mostrados de forma que los primeros quedan sepultados bajo los últimos. Creo que tendré que ir eliminando porque sino no vamos a acabar nunca. Me pruebo varios. Cada vez, el dependiente me saca un pañuelo a juego y me ayuda a colocármelo, siempre de manera diferente. Parezco un sultán. Pienso que, en realidad, cualquiera me vale. Entre tanta prueba de traje, aparece una chica con una bandeja. Trae vasos de agua. Es la primera vez que me traen algo de beber en una tienda. Eso sólo debe pasar en las tiendas más pijas de España, pienso. Pero sí que se agradece un vaso de agua, el problema, de nuevo, es que será agua del grifo y mi estómago occidental no lo va a soportar. Mejor me abstengo. A medias.
Al final, me decido por uno en tonos amarillo (¿ocre?) y verde, según el reflejo de la luz. Ahora me faltan los zapatos pero los típicos que me indica Sampath, o me están muy grandes o me aprietan. Los indios tienen que tener los pies muy raros. Hay dependientes por todos lados. Aparecen y desaparecen por las diferentes habitaciones. Me pregunto si será un negocio familiar y todos son hijos o sobrinos del dueño. Pero no se parecen en nada unos a otros. Casi todos son chicos jóvenes y se ven pocas chicas. ¿Cuánto cobran? ¿Cuántas horas trabajan? ¿Donde viven? ¿Duermen en las aceras por las noches? No tienen pinta. No sé, demasiadas preguntas. Creo que me gustan esas sandalias negras y doradas que acaban en punta. Estilo babuchas. Me vendrán bien con el calor que hace. Miro a Sampath porque no tengo ni idea de si eso es apropiado. Me hace un gesto de aprobación. No son muy tradicionales pero valdrán.
Esperando a que Rakel salga del probadorAhora le toca el turno a Rakel. Para ello, nos llevan a otra zona de la tienda, en el otro extremo de la planta, donde están los vestidos de mujer. Empieza mirando un catálogo. Si en la sección de hombres había multitud de estilos y modelos, aquí las opciones son aún mayores. Ella también se prueba varios. En la sala hay un grupo de mujeres que también miran vestidos. Todas ellas están sentadas en taburetes alrededor del mostrador mientras el dependiente les saca vestidos uno detrás de otro. Visten, como siempre, saris de vivos colores. Da la impresión de que están de tertulia o de que han ido allí a pasar la tarde para entretenerse. Ninguna se prueba ningún vestido así que no sé qué hacen realmente. Les hace mucha gracia vernos allí y de vez en cuando se giran para mirar con curiosidad y aconsejar a Rakel . La cosa está entre dos, uno de colores vivos verde, naranja y rojo, y otro, más caro, de tonos rojos con un montón de piedras y adornos engastados. Yo le voy haciendo fotos con todos los que se prueba para que luego pueda repasarlos y elegir. Bueno, y también a modo de souvenir, que no se prueba uno esos trajes todos los días. "No, por favor, no siga sacando vestidos" que si no no vamos a terminar nunca. El rojo entonces.
Para terminar también nos compramos una camisa cada uno para asistir a la ceremonia del viernes. La boda es el domingo pero el viernes parece que hay una ceremonia previa que no sé en qué consiste pero es por la tarde-noche y algo más informal. Así que unos vaqueros y esas camisas Made in India servirán. Al pasar por caja, un hombre más mayor, el que parece ser el dueño, nos informa de que no aceptan tarjetas, sólo efectivo. No llevamos tanto dinero encima por consejo de Sampath, así que al final, él que acaba prestándonos dinero para poder pagar la ropa. Al vestido de Rakel hay que hacerle algunos arreglos así que tendremos que pasar a recogerlo el sábado. Cuando salimos de nuevo al patio el conductor nos espera dormido en el coche con los pies sobre el salpicadero. Sampath no me quiere decir lo que cuesta para que no se lo pague. Por lo visto lo vamos a tener todo el tiempo que estemos aquí.
Indian prêt-à-porter
El pasillo va a parar a otro patio. Efectivamente, ahí hay una fábrica. Huele a aceite de maquinaria. En el patio, aparte del polvo que hay siempre en suspensión se le suma el humo y los gases que se desprenden cuando se corta acero. Los trabajadores de la fábrica se asoman por las ventanas al vernos llegar, como cuando en la escuela todos los alumnos desobedecen al profesor para asomarse a ver nevar. Ellos son los que están ahí dentro encerrados, agarrados a los barrotes, pero los monos de feria estamos fuera, somos Rakel y yo. Cerca de una de las ventanas, hago ademán de echarles una foto pero enseguida sale alguien gritando de no sé donde y aunque no le entiendo, parece ser el capataz advirtiéndome que ni se me ocurra hacer fotos. Seguramente me haya tomado por algún blanquito de alguna ONG que viene a denunciar las condiciones laborales de los trabajadores en los países pobres.
En el mismo edificio, subimos las escaleras que dan a la planta de arriba. Recorremos un pasillo que rodea la planta por el exterior. Tras varios giros, aparece un guarda custodiando una puerta. Amablemente nos indica que hay que descalzarse antes de entrar y nos da paso. La tienda no es una superficie grande con mostrador y escaparates, más bien es una vivienda reconvertida en una tienda con varias salas. En una habitación pequeña está la caja, en otra venden las camisas, en lo que correspondería al comedor tienen los trajes,... Enseguida aparece alguien para atendernos. Sampath le saluda. Por lo visto, es aquí donde él ha comprado su traje. Les cuenta que buscamos uno para mí y un vestido para Rakel. Así que nos conducen a una de las habitaciones, en la que tienen los trajes de boda, al parecer, los más lujosos. Me pruebo uno de ellos, una especie de túnica larga con mucha pedrería y resulta que me queda perfecta. Pero... ¿cuánto vale? Estamos hablando de 15000 Rupias. Tengo que sacar el móvil para calcular cuánto es eso. Pero enseguida me doy cuenta de que es demasiado caro:¡más de 200€! Entonces, me llevan a otra sala.
Probándome trajesYa han visto que no me pienso gastar un dineral así que me pasan a la habitación de los trajes de precio más asequible donde me enseñan varios, todos del mismo estilo, hechos con diferentes tejidos y colores, unos con más pedrería, otros con menos. Los van poniendo encima del mostrados de forma que los primeros quedan sepultados bajo los últimos. Creo que tendré que ir eliminando porque sino no vamos a acabar nunca. Me pruebo varios. Cada vez, el dependiente me saca un pañuelo a juego y me ayuda a colocármelo, siempre de manera diferente. Parezco un sultán. Pienso que, en realidad, cualquiera me vale. Entre tanta prueba de traje, aparece una chica con una bandeja. Trae vasos de agua. Es la primera vez que me traen algo de beber en una tienda. Eso sólo debe pasar en las tiendas más pijas de España, pienso. Pero sí que se agradece un vaso de agua, el problema, de nuevo, es que será agua del grifo y mi estómago occidental no lo va a soportar. Mejor me abstengo. A medias.
Al final, me decido por uno en tonos amarillo (¿ocre?) y verde, según el reflejo de la luz. Ahora me faltan los zapatos pero los típicos que me indica Sampath, o me están muy grandes o me aprietan. Los indios tienen que tener los pies muy raros. Hay dependientes por todos lados. Aparecen y desaparecen por las diferentes habitaciones. Me pregunto si será un negocio familiar y todos son hijos o sobrinos del dueño. Pero no se parecen en nada unos a otros. Casi todos son chicos jóvenes y se ven pocas chicas. ¿Cuánto cobran? ¿Cuántas horas trabajan? ¿Donde viven? ¿Duermen en las aceras por las noches? No tienen pinta. No sé, demasiadas preguntas. Creo que me gustan esas sandalias negras y doradas que acaban en punta. Estilo babuchas. Me vendrán bien con el calor que hace. Miro a Sampath porque no tengo ni idea de si eso es apropiado. Me hace un gesto de aprobación. No son muy tradicionales pero valdrán.
Esperando a que Rakel salga del probadorAhora le toca el turno a Rakel. Para ello, nos llevan a otra zona de la tienda, en el otro extremo de la planta, donde están los vestidos de mujer. Empieza mirando un catálogo. Si en la sección de hombres había multitud de estilos y modelos, aquí las opciones son aún mayores. Ella también se prueba varios. En la sala hay un grupo de mujeres que también miran vestidos. Todas ellas están sentadas en taburetes alrededor del mostrador mientras el dependiente les saca vestidos uno detrás de otro. Visten, como siempre, saris de vivos colores. Da la impresión de que están de tertulia o de que han ido allí a pasar la tarde para entretenerse. Ninguna se prueba ningún vestido así que no sé qué hacen realmente. Les hace mucha gracia vernos allí y de vez en cuando se giran para mirar con curiosidad y aconsejar a Rakel . La cosa está entre dos, uno de colores vivos verde, naranja y rojo, y otro, más caro, de tonos rojos con un montón de piedras y adornos engastados. Yo le voy haciendo fotos con todos los que se prueba para que luego pueda repasarlos y elegir. Bueno, y también a modo de souvenir, que no se prueba uno esos trajes todos los días. "No, por favor, no siga sacando vestidos" que si no no vamos a terminar nunca. El rojo entonces.
Para terminar también nos compramos una camisa cada uno para asistir a la ceremonia del viernes. La boda es el domingo pero el viernes parece que hay una ceremonia previa que no sé en qué consiste pero es por la tarde-noche y algo más informal. Así que unos vaqueros y esas camisas Made in India servirán. Al pasar por caja, un hombre más mayor, el que parece ser el dueño, nos informa de que no aceptan tarjetas, sólo efectivo. No llevamos tanto dinero encima por consejo de Sampath, así que al final, él que acaba prestándonos dinero para poder pagar la ropa. Al vestido de Rakel hay que hacerle algunos arreglos así que tendremos que pasar a recogerlo el sábado. Cuando salimos de nuevo al patio el conductor nos espera dormido en el coche con los pies sobre el salpicadero. Sampath no me quiere decir lo que cuesta para que no se lo pague. Por lo visto lo vamos a tener todo el tiempo que estemos aquí.
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2 comentarios:
Como en pretty woman!!!
Sí, pero con música de Bollywood en lugar de Roy Orbison.
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