28 abr 2008

EMA-MAD

Los hechos

Este fin de semana estuve en Madrid. Se casaban J. y O. La verdad es que aunque sabía desde diciembre que querían que asistiese, tuve que rechazar la invitación al principio. Las bodas son un coñazo y estando fuera del país se hace, a veces, bastante complicado el asistir porque hay que encontrar vuelos baratos, hay que pedir días de vacaciones en el curro, te pegas una paliza de viaje para muy pocos días, etc. Pero soy muy fácil de convencer y allí estaba yo el viernes a mediodía en el Lizarrán de La Latina, en el que por cierto, creo que han quitado sus tortillas. La verdad es que en todo el viernes no salimos de la Cava Baja y alrededores (Almendro 13, La taberna del Zapatero, Corazón Loco, La Musa,...).

De la boda, el sábado por la tarde-noche en Getafe no hay mucho que comentar. Cara, seguro. La comida muy buena, que vivan los novios y que se besen. Autobús de vuelta para los borrachos a las 03:30 y directos a Barajas para coger el avión de regreso a las 06:30. El domingo lo pasé ya en Derby, durmiendo.


El camino del exceso

Ha sido un viaje de esos que se llaman relámpago y que dice más de uno: hay que hacer de vez en cuando para darte cuenta de que sigues vivo. Para mí sigue siendo un exceso y me sigue haciendo sentir culpable: una noche de ruleta rusa con chupitos en el Revolution de Derby, otra noche probando cervezas en el Delirium Tremens de Bruselas y el siguiente con arena dentro del bañador en La Musa en Madrid. No tanto por el gasto de dinero sino por la imagen que se lleva de tí a quien se lo cuentes. "Yo no soy así, te lo juro" se suele decir. "No si yo tampoco bebo" contesta el otro.

Sólo la puntita

Y también ha sido un viaje de mentiras. Creo que no miento muy a menudo, por lo menos a los demás, quizás por eso lo he notado tanto esta vez. Empieza uno mintiendo a su familia diciéndole que este fin de semana me quedaba en Derby. Cómo les voy a decir que me voy a Madrid el fin de semana y no voy a verles. Luego ya en Madrid me hice el loco cuando S. preguntó que a qué se debía mi visita a Madrid. Sólo para que no se enterase de que ella era la única de los que estabamos allí que no estaba invitada a la boda. Y terminé por decirle a E. que el restform que nos prestó para dormir no se había desinchado ni un poquito cuando ni siquiera lo saqué de la bolsa porque en casa de V. había una cama libre.

¿A dónde lleva esto?

Y es que no lo acabo de entender, no soy una persona que busque ni que cuide las amistades, me gusta estar sólo, ni siquiera soy amable cuando estoy con ellos, ni hago esfuerzos por parecer agradable. No soy ni gracioso, ni cuento historias interesantes, soy de los que primero se van a casa, no me acuerdo de los cumpleaños ni, por supuesto, hago regalos. Pero tengo unos pocos amigos por ahí, diría que sin quererlo. No sé de dónde o cómo salen pero ahí están. Y aunque yo esté lejos a veces me invitan a su boda, otras sólo quieren quedar a tomar algo o que haga con ellos ese viaje "que sin ti no va a ser lo mismo". Y ahí metido estoy, en medio de esta vorágine que no sé si me hace más bien que mal o más mal que bien.

1 comentario:

Karmelator dijo...

Las Tortillas del Lizarran??

NNNOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!