7 sept 2011

Reciclar basura en Japón

Japón es un país muy densamente poblado. Hay gente por todos lados. Es difícil encontrar un lugar remoto o despoblado como se puede encontrar en España. No hay un solo rincón que no haya sido pisado, expoliado y modificado. Me gusta bromear diciendo que ya no cabe nadie más en la isla; el próximo que nazca se cae al mar, como en las máquinas tragaperras esas en las que se acumulan monedas al borde de un precipicio. Además la sociedad es super consumista. La gente compra y compra cosas sin parar.

Y aquí, entre otros, les ha surgido el problema de qué hacer con tanta basura generada. Ya no hay sitio para almacenarla. Al contrario que cuando viví en USA, donde no reciclaban nada de nada, aquí el reciclaje llega a ser una tarea que me desespera. Ojalá la cosa se limitase a separar los envases, el papel y el vidrio como se hace en España. Nada más llegar al ayuntamiento para empadronarse, lo que hacen es darte un paquete con varias bolsas de basura, con instrucciones en todos los idiomas, para que vayas empezando hasta que las vayas a comprar tú mismo al supermercado. Sólo se puede sacar la basura en esas bolsas. Son transparentes para que se pueda ver lo que hay dentro. Llevan escritas las instrucciones de qué es lo que va en cada una en varios idiomas incluido el castellano. La de letras negras es para los envases de plástico, pero ojo, sólo envases como bolsas, bandejas, cajas etc. La de letras verdes es para la basura que llamamos "orgánica" que es la única que queman. La de las letras azules es para los metales, como un reloj, latas de conserva o un spray, el cual hay que perforar antes, no vaya a ser que explote. La de letras rojas es para los cristales rotos y la cerámica; esos desechos los entierran.

Y luego está toda la retahíla de cosas que no tienen bolsa y que se reciclan por separado: por un lado hay que separar las latas, pero las latas de refresco sólo, las de 33cl., las cuales no hay que aplastar;  luego están las botellas de plástico, a esas hay que quitarles el tapón y la etiqueta, lavarlas y aplastarlas; el tapón y la etiqueta van a la bolsa de letras negras, la del plástico; también están los papeles, separados en blanco y negro y color, las pilas, las botellas de cristal por colores, las bombillas...

Las basura orgánica, se recoge dos veces por semana por las mañanas. Hay que sacarla la noche antes o temprano por la mañana. (Y mientras tanto, la guardas en tu casa con el olor a pescado a 30ºC día y noche). La de los envases de plástico, una vez a la semana. No hay un contenedor (donde todo el mundo podría tirar lo que quisiese sin que nadie le viese) sino que todos los edificios tienen un rincón abajo, cerca de la entrada, donde se dejan las bolsas. Si hay portero, éste vigila el contenido de las bolsas y reprende a los vecinos que no lo hacen correctamente. Además, los basureros tienen órdenes de no recoger las bolsas que lleven algo que no corresponda. Por ejemplo, una pila, o un envase de plástico en la bolsa de la basura orgánica. Las otras cosas que van sin bolsa, como los cristales rotos, las latas o las botellas pasa a recogerlos un camión una vez al mes. Un día diferente para cada una.

Menos mal que tengo un patio interior donde meter la basura

La cosa no acaba aquí. En las calles de Japón no encontrarás jamás papeleras, ni contenedores de basura. Simplemente, no hay sitio en la calle o lugar público donde deshacerte de un chicle, una colilla o una botella. A excepción de las tiendas 24h (convinis - コンビニ, del inglés convinience store). Básicamente, la idea es que el que genera basura es responsable de su gestión. La situación llega a tal extremo que en la oficina, si yo estoy en la planta quinta y subo a la cafetería, que está en la planta nueve y me compro una lata de refresco, no puedo tirarla en la planta quinta, donde seguramente me la beberé, sino en la basura de la cafetería; ya que es la empresa de catering que lleva la cafetería la que es responsable de deshacerse debidamente de esa lata. Aún más, yo no puedo tirar en la basura del trabajo la cáscara del plátano que me traigo de casa y me como todos los días a media mañana. Debes llevártela y tirarla en tu casa. Es curioso ver como muchos empleados salen del trabajo los viernes en dirección a casa con una bolsita en la mano, conteniendo la basura de la semana.

Otro compañero europeo y yo nos preguntábamos si toda esta labor de reciclaje llegaría alguna vez a Europa. De hecho ya se hace, pero esa tarea no recae tanto en los ciudadanos, sino en las empresas de reciclaje (que pagamos nosotros pero preferimos ignorarlo). No creo que los europeos estuviésemos dispuestos a pasarnos el día lavando botellas de plástico para tirarlas a la basura. Somos demasiado burgueses.

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