Me paso el día luchando contra el reloj. Parece que el sentido de mi vida fuese el de ir llevándole siempre la contraria. Por las mañanas quiero que el tiempo pase volando pero es por las mañanas, en el trabajo, cuando el tiempo es más lento y pasa más despacio. En cambio, por las tardes y noches, el tiempo pasa volando, rapidísimo. Entonces, yo, me pierdo entre tus brazos buscando parar el tiempo, que se detenga para poder quedarme para siempre así. Pero nunca lo consigo y tengo que esperar a que llegue otra vez el momento de estar contigo, momento que parece que no llega nunca.
Acabo de caer en la cuenta de que en realidad el que mi vida consista en llevarle la contraria al tiempo es consecuencia de que yo te persiga a través de él.
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